Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.» Efesios 4:32
El perdonar no borra el mal causado, no quita la responsabilidad al ofensor por el daño provocado, ni niega el derecho a hacer justicia a la persona que ha sido herida. Perdonar es algo más complejo, es algo que solamente nosotros podemos hacer, es una decisión personal. Es algo que en cierto punto, es paradójico, cuando ofrecemos el perdón, encontramos el poder para sanar, para restaurar relaciones rotas. Al ofrecer este regalo a la otra persona, nosotros mismos somos los beneficiados.
Cuenta una historia, dos amigos iban caminando, en algún punto del viaje comenzaron a discutir, uno de ellos se enfureció, y comenzó a insultar con palabras hirientes al otro .
Lastimado, pero sin decir nada, escribió en la arena: Mi mejor amigo me hirió con sus palabras. No espere tal reacción.
Siguieron caminando hasta que encontraron un lugar donde descansar, uno de ellos observa un lago donde refrescarse y decide lanzarse al agua y llegando hasta un lugar determinado, comenzó a ahogarse. Desesperado pidió ayuda y el otro amigo sin dudar se lanzo al agua para salvar la vida del amigo.
Al rato de recuperarse de tal escena, escribió en una piedra: Mi mejor amigo hoy me salvó la vida.
El amigo preguntó: Cuando te lastimé escribiste en la arena y ahora lo haces en una piedra. ¿Por qué? El otro amigo le respondió: Cuando alguien nos lastima debemos escribirlo en la arena donde los vientos del perdón puedan borrarlo. Pero cuando alguien hace algo bueno por nosotros, debemos grabarlo en una piedra, donde ningún viento pueda borrarlo.
Todos estamos conscientes que perdonar no es una tarea sencilla, no es fácil perdonar, pero si Dios cada día perdona nuestros pecados y nuestras faltas ¿Por qué nosotros no seguimos su ejemplo? ¿Por qué nos cuesta tanto perdonar?
El perdón es un principio dado por Dios. Es importante dejar de lado el resentimiento, la amargura y todo sentimiento negativo que nos impide ser libres y felices en Cristo Jesús. El propósito de cada situación en la vida es la firme convicción de que Dios obra en cada circunstancia y nos acompaña. Una prueba clara es cuando recordamos tal o cual incidente que nos causo un profundo daño, podemos rememorar como una lección aprendida sin rencor y sin ningún resentimiento negativo.
En conclusión, el perdón no es algo que entregamos a los demás por lastima o compasión, sino más bien una decisión propia que nosotros tomamos para liberarnos de los dolores emocionales, un regalo vital para nosotros mismos.
¡¡Aprende a escribir tus tristezas en la arena y grabar en una piedra tus alegrías!!