“Dios es dueño de toda la tierra y de todo lo que hay en ella; también es dueño del mundo y de todos los habitantes”.
Salmo 24
El Salmo 24 nos muestra a un Dios infinitamente grande, un Dios presente en cualquier lugar y que nunca deja de mirarnos.
Muchas veces pensamos que Dios sólo se presenta cuando lo llamamos. Creemos que las cosas cotidianas de la vida no le interesan o él no está al tanto. En realidad, lo que estamos haciendo es ignorando su presencia y su cercanía.
En medio de las ocupaciones diarias Dios nos invita a estar conscientes de que él está cerca nuestro.
Vivir conscientes de Dios sirve como herramienta para cercarnos a él. Mi existencia depende de la cercanía de Dios, existo porque él está cerca mío. Todo sucede delante de Dios y nada le es oculto ni desconocido. Esa es su naturaleza, él conoce todas las cosas.
Esto es una verdad que, si la entendemos, cambia nuestras vidas. Porque cuando entendemos que Dios es infinitamente grande, que está cerca nuestro cada día y cada hora buscamos vivir como a él le agrada. Tenerlo presente en todo momento produce en nosotros el deseo de obedecer sus mandamientos.
Contemplar a Dios es una herramienta que nos ayuda a conectar con él y estar conectados a Dios nos hace reflexionar en cómo estamos, en cómo está nuestra conducta, en cómo está nuestra vida, cómo somos con los demás y nos impulsa a cambiar lo que está mal.