La mayoría de las personas viven bajo la impresión de que el trabajo es una maldición. El trabajo no es una maldición. Al contrario, es un regalo de Dios. Él dio a los seres humanos el honor de convertirse en los trabajadores de la tierra.
“Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica”. Efesios 2:10.
José nos proporciona un ejemplo extraordinario de esta verdad. Incluso como esclavo en la casa de Potifar, y posteriormente como prisionero, José trabajó con excelencia y dedicación. La Biblia nos relata que todo lo que José hacía prosperaba porque Dios estaba con él (Génesis 39). A pesar de las circunstancias injustas y las tentaciones, José mantuvo su integridad y ética laboral.
Nuestro Padre Celestial y Jesucristo nos han mostrado por medio de Su ejemplo y Sus enseñanzas que el trabajo es tan importante en el cielo como en la tierra. Dios trabajó para crear los cielos y la tierra;
Jesús dijo: “Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo” (Juan 5:17).
El trabajo ha sido la forma de vida en la tierra desde que Adán y Eva dejaron el Jardín de Edén. El Señor le dijo a Adán: “con el sudor de tu rostro comerás el pan” (Génesis 3:19). Adán y Eva trabajaron en el campo para obtener el sustento y todo lo necesario para ellos y su familia.
¿Cómo estamos representando a Cristo en nuestro trabajo?
Cada día tenemos la oportunidad de brillar Su luz a través de nuestra excelencia, integridad y actitud. Cuando llegamos puntualmente, cuando somos honestos en nuestros informes, cuando ayudamos a un colega sin esperar reconocimiento, cuando mantenemos la paz en situaciones tensas, estamos predicando un sermón silencioso pero poderoso. Nuestras acciones hablan más fuerte que nuestras palabras.
Recordemos que nuestro verdadero jefe es Cristo. Cuando trabajamos con esta perspectiva, nuestra actitud cambia radicalmente. Ya no buscamos solo la aprobación humana, sino la satisfacción de saber que estamos honrando a Dios con nuestro mejor esfuerzo.