Un alfarero es aquel que con sus manos moldea el barro para formar fragmentos que tengan mayor utilidad. El barro pasa varios procesos hasta llegar a convertirse en una pieza diferente. El ceramista está decidido a transformar esa masa que no tiene forma ni atractivo, en un objeto de arte. Es interesante observar la modificación entre el barro y las hermosas y variadas piezas de alfarería que resultan de la labor del artista.
El Señor nos muestra mediante su palabra de cómo podemos observar este proceso en nuestras vidas y nos enseña que somos ese barro moldeado por el alfarero.
Todos enfrentamos momentos en los que nos sentimos como vasijas rotas, imperfectos, heridos e incapaces de cumplir nuestro propósito. El texto de Jeremías 18- 6 nos presenta una imagen del cuidado y la paciencia de Dios, quien, como un alfarero hábil, moldea y transforma nuestras vidas, incluso ante nuestras fallas y limitaciones.
Pueblo de Israel, ¿acaso no puedo hacer con ustedes lo mismo que hace este alfarero con el barro?», afirma el Señor. «Ustedes, pueblo de Israel, son en mis manos como el barro en las manos del alfarero. Jeremías 18:6
El texto de Jeremías nos deja varias enseñanzas:
Nos revela el poder soberano de Dios.
Así como el alfarero moldea el barro, Dios moldea nuestras vidas de acuerdo con su propósito.
También nos enseña sobre la paciencia de Dios, su sabiduría y capacidad de restaurar lo que está quebrado.
En las manos de Dios somos moldeados para glorificar su nombre.
Demostrar cómo Dios, el alfarero, trabaja en nuestras vidas para moldearnos . Él corrige nuestras fallas y nos restaura para cumplir su plan perfecto.