Este relato nos cuenta como un hecho inesperado puede cambiar el presente y el futuro en un abrir y cerrar los ojos.
Andrés Escobar Saldarriaga era futbolista, uno de los mejores defensores de la historia del fútbol colombiano. Campeón de América con Atlético Nacional en el año 1989, disputó los mundiales de Italia 1990 y Estados Unidos 1994 para la selección colombiana. Andrés Escobar había convertido un gol en contra lo que significó la eliminación de la selección de Colombia del Mundial organizado por Estados Unidos en el año 1994 en primera ronda. Y esto impartió el enojo y la consternación de todo el pueblo colombiano. Fueron un par de segundos nefastos que lo sentenció a una injusta y trágica muerte, ocurrida el 2 de julio de 1994.
Muchas veces en la vida creemos que somos autosuficientes en diferentes aspectos, pero un simple hecho nos puede cambiar totalmente el panorama y nos damos cuenta que somos más que vulnerables como seres humanos. Podríamos mencionar que la única dependencia que necesitamos como humanos, es la dependencia a Dios.
El proceso de aprender a depender de Dios puede ser doloroso, pues Él necesita que saquemos de nuestra vida la autosuficiencia, la voluntad independiente, el egoísmo, las opiniones propias, y los intereses particulares.
“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”. Juan 15:5
En este versículo se compara a la vid con Cristo y a nosotros, con los pámpanos. Somos llamados a una dependencia en Cristo, así como las ramas dependen para su conservación del alimento que la vid le suministra, así debe ser nuestra dependencia en Cristo.
Señor Jesús:
Te pedimos Señor que nuestra confianza y dependencia esté puesta plenamente en ti, que el fundamento de nuestra esperanza seas tú y nadie más. Ayúdanos a depender de tí en cada aspecto de nuestras vidas y a entender que lo mejor que nos puede pasar es que se cumpla tu voluntad en nosotros.
Nadie pone su esperanza en alguien o en algo que no confía, ayúdame Señor a confiar en ti, en tus promesas y en tu fidelidad para cumplirlas, ayúdame a entender quién eres tú, tu poder y dominio sobre todas las cosas de modo que pueda vivir seguro de que eres perfecto, justo y fiel hasta el final de los días.
Amén.
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