Jesús, el centro de nuestra familia

Esta reflexión puede enfatizar que la presencia de Jesús y las enseñanzas de Jesús son cruciales, nos guía y fortalece en cada momento familiar. Jesús en el centro, se crea fundamentos sólidos y estables basados en el amor, la fe y la esperanza.

En Mateo 7:24-25 Jesús dice: «Cualquiera, pues, que me oye estas palabras y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió la lluvia, vinieron ríos, soplaron vientos y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca». Esta enseñanza nos recuerda la importancia de construir nuestra vida y familia sobre la base sólida de las palabras y el ejemplo de Jesús.

Amor Incondicional: Jesús nos enseñó a amar incondicionalmente. En Juan 13:34-35, Él dice: «Un mandamiento nuevo os doy: que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros». Cuando Jesús es el centro de nuestra familia, el amor se convierte en el pilar fundamental, guiando nuestras acciones y relaciones.

Perdón y Reconciliación: El perdón es una parte crucial de la vida familiar. En Colosenses 3:13, se nos exhorta a «soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros, si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros». Como familia muchas veces enfrentamos conflictos, mirar a Jesús nos ayuda a perdonar y buscar la reconciliación, fortaleciendo así los lazos familiares.

Servicio y Sacrificio: Jesús nos mostró el camino del servicio y el sacrificio. En Marcos 10:45, se nos dice: «Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos». En una familia donde Jesús es el centro, cada miembro está dispuesto a servir y sacrificarse por el bien de los demás, siguiendo el ejemplo de humildad y entrega de Jesús

Fe y Esperanza: Tener a Jesús en el centro nos da fe y esperanza. En Hebreos 12:2, se nos insta a «puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios». Esta fe y esperanza en Jesús nos fortalecen en los momentos difíciles y nos inspiran a seguir adelante con confianza.

Al centrarnos en Jesús permitimos que su amor, perdón, espíritu de servicio y esperanza permanezcan en todos los aspectos de nuestra vida familiar, creando un hogar lleno de paz, unidad y alegría.