La mansedumbre es la capacidad de ejercer moderación y tener un espíritu apacible y humilde, incluso en medio de circunstancias difíciles. La mansedumbre es docilidad y suavidad que se muestra en el carácter o se manifiesta en el trato con los demás . La mansedumbre muchas veces se malinterpreta como debilidad o falta de valor. Sin embargo, la verdadera mansedumbre es lo opuesto a estas cualidades.
Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Gálatas 5:22-23
También se refiere al termino de mostrar consideración y calma en diferentes situaciones de la vida. Es importante destacar que mansedumbre se considera al estado del interior de cada persona, se podría considerar que la mansedumbre y la firmeza van relacionados entre sí.
Mansedumbre es la virtud que modera la ira y sus efectos desordenados. Es una forma de templanza que evita todo movimiento desordenado de resentimiento por el comportamiento del otro. La mansedumbre elimina las diferencias negativas, las barreras y refleja el valor de la humildad.
Jesús es el máximo ejemplo de mansedumbre: Humildemente vino a la tierra como siervo, renunciando voluntariamente a sus privilegios divinos para llegar a ser como nosotros (Filipenses 2:7). Demostró mansedumbre con todos nosotros, mostrando compasión y perdón. No respondió con ira o amargura cuando fue arrestado, acusado falsamente y condenado a muerte en la cruz.
La mansedumbre es una actitud que todos los cristianos debemos tener ya que estamos transformados por el amor de Dios y esto refleja el carácter de Dios. La mansedumbre nos permite responder a situaciones desafiantes con gracia y humildad en lugar de enojo y orgullo. También nos permite mostrar amor y compasión a los demás e incluso cuando no lo merecen.