La introspección consiste en mirarse a sí mismo, buscando en nuestro interior, en nuestros pensamientos, sentimientos y emociones, con el propósito de auto conocernos. Este camino se toma para poder identificar e interpretar las emociones propias de cada uno de nosotros. La introspección debe ser una decisión personal y voluntaria; se debe escoger el momento más oportuno para practicarla, sin distracciones, ni deberes pendientes presentes en la mente.
También podemos mencionar que la introspección es un proceso personal, que consiste en asomarnos a nuestro interior para examinar nuestras respuestas a distintas experiencias o estímulos.
Examinemos nuestros caminos y escudriñemos y volvamos al SEÑOR. Lamentaciones 3:40
Cuando reflexionamos sobre nuestros pensamientos, emociones y recuerdos y examinamos lo que significan, es ahí donde hacemos una introspección.
El término “examinar” nos muestra que hay mucho más que se debe tener en cuenta al autoevaluarnos, pero debemos asegurarnos de mantener el equilibrio adecuado.
Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno. Salmos 139:23-24
“Examinar” también puede significar “probar . . . a fin de constatar un proceso”.
Este tipo de introspección tiene al menos dos grandes propósitos:
El primer propósito es revelar el pecado, a través del autoexamen que se pretende descubrir en cualquier área donde estemos fallando.
El segundo propósito es revelar áreas en las que estamos evadiendo la obediencia a Dios, cuando sabemos qué es lo correcto y sin embargo no lo hacemos.
Finalmente, uno de los aspectos importantes que podemos tener en cuenta que el deseo de Dios es que no estemos abrumados por el pecado, sino que, por el contrario, tomemos conciencia de que necesitamos cambiar y entregarle a Dios nuestras cargas.