La venganza es un tema complejo en el contexto cristiano, ya que se contrapone a los principios del perdón y el amor que se promueven en la fe. En lugar de buscar venganza, la enseñanza cristiana nos enseña sobre la importancia de perdonar y dejar que Dios sea el juez supremo.
No tomen venganza, hermanos míos, sino dejen el castigo en las manos de Dios, porque está escrito: «Mía es la venganza; yo pagaré», dice el Señor. Romanos 12:19
Podemos conceptualizar la venganza como una agresión no siempre premeditada para satisfacer el deseo de hacer daño a la otra persona. La idea de hacer justicia, de dañar al otro de la misma manera o más de lo que nos han herido corresponde a un sentimiento de perdida de integridad. “Una persona que busca venganza guarda sus heridas abiertas”.
Dios nos invita al perdón como liberación:
La venganza puede generar un ciclo interminable de resentimiento y dolor. En contraste, el perdón libera tanto al ofensor como al ofendido de ese ciclo negativo. Jesús nos enseñó que debemos perdonar no solo una vez, sino setenta veces siete, lo que significa un perdón continuo y abundante.
Dios nos invita a la confianza en la justicia divina
La venganza humana a menudo es impulsada por el deseo de hacer justicia por nuestras propias manos. Sin embargo, la fe cristiana nos llama a confiar en que Dios es el verdadero juez y que su justicia prevalecerá hasta última instancia.
Dios nos invita a una transformación personal y espiritual
Elegir el perdón sobre la venganza no solo beneficia a los demás, sino que también promueve nuestra propia transformación emocional y espiritual. Al dejar de lado el deseo de venganza, cultivamos la humildad, la compasión y la paz interior.
No digas: Como él me ha hecho, así le haré; pagaré al hombre según su obra. Proverbios 24:29
El perdón antes que la venganza es un recordatorio de la importancia de vivir de acuerdo con los principios de la palabra de Dios, incluso en situaciones desafiantes.