Rendirse delante de Dios es un acto de entrega total y confianza a su voluntad, implica reconocer nuestra propia deficiencia y reconocer la grandeza de Dios, así como la necesidad de depender completamente de Él. En la Biblia, este concepto se refleja en muchos pasajes que nos invitan a dejar de lado nuestro orgullo y autosuficiencia para confiar en la guía y el poder divino de Dios.
Uno de los pasajes que habla sobre esta entrega se encuentra en Proverbios 3:5-6 «Confía en el Señor con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus sendas.»
En este pasaje se nos invita a poner toda nuestra confianza en Dios, NO en nuestras propias habilidades o entendimientos.
La rendición delante de Dios también se ejemplifica en la vida de Jesús, quien en su momento de mayor angustia en el jardín de Getsemaní oró: «Padre, si es posible, pasa de mí esta copa; pero que no sea como yo quiero, sino como tú» (Mateo 26:39).
Esta oración muestra la predisposición de Jesús en someterse a la voluntad del Padre, incluso cuando enfrentaba un sufrimiento inmenso.
Rendirse ante Dios no significa resignarse pasivamente a las circunstancias, sino más bien confiar en que Él tiene un plan perfecto y que su voluntad es siempre para nuestro bien, como se menciona en Romanos 8:28: «Y sabemos que en todas las cosas Dios trabaja para el bien de aquellos que lo aman, que han sido llamados según su propósito.»
Rendirnos delante de Dios implica:
Oración constante: Buscar la guía y dirección de Dios a través de la oración.
Lectura y meditación de la Palabra: Conocer y entender la voluntad de Dios mediante el estudio de las Escrituras.
Obediencia: Estar dispuesto a seguir los mandamientos y dirección de Dios, incluso cuando no entendamos completamente sus caminos.
Confianza: Tener fe en que Dios tiene el control y que sus planes son mejores que los nuestros.
Venimos delante de Dios a rendirnos y esto nos lleva a una vida de paz y propósito, sabiendo que estamos en las manos del Creador del universo, es un acto de fe y amor que nos transforma y nos acerca más a su presencia.