Vivir o sobrevivir son dos estados que, aunque a veces se confunden, tienen significados muy diferentes, especialmente desde una perspectiva cristiana. Reflexionar sobre este tema puede llevarnos a profundizar en la comprensión de nuestra fe y en cómo aplicarla en nuestra vida diaria.
Desde una perspectiva cristiana, vivir implica más que simplemente existir o pasar por la vida. Vivir en el sentido más completo implica experimentar la plenitud de la vida que Jesucristo ofrece. En su palabra Jesús dice: «Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia» (Juan 10:10). Esta vida abundante no se trata solo de la existencia física o material, sino de una vida llena de propósitos, significados, amor, paz y alegría en la comunión con Dios como nuestro creador.
Por otra parte, sobrevivir se refiere simplemente a mantenerse a flote, al pasar por situaciones difíciles o adversidades, es una respuesta a los desafíos de la vida, pero puede carecer de la plenitud y el propósito que se experimenta al vivir en Cristo.
En la Biblia, vemos ejemplos de personas que simplemente sobrevivían, como los Israelitas en el desierto durante cuarenta años después de salir de Egipto. Aunque Dios los cuidaba y proveía para ellos, su enfoque estaba en la supervivencia física más que en experimentar la plenitud o el significado de la vida que Dios tenía para cada uno de ellos.
Meditar sobre estos dos aspectos desde de una cosmovisión cristiana nos lleva a considerar nuestras prioridades y enfoques en la vida. ¿Estamos simplemente tratando de sobrevivir a las circunstancias de la vida, o estamos buscando vivir con un propósito en la plenitud que Dios ofrece?
El Señor cumplirá en mí su propósito. Su gran amor perdura para siempre; ¡no abandones la obra de tus manos! Salmo 138:8
Vivir en Cristo implica confiar en su guía y provisión, incluso en medio de las dificultades. Significa buscar una relación más profunda con Él, permitiendo que su Espíritu Santo nos guíe y transforme. Cuando vivimos en Cristo, encontramos la verdadera satisfacción y propósito que trasciende más allá de las circunstancias externas, permitiéndonos experimentar la vida en su totalidad e incluso en medio de los desafíos.